viernes, 22 de enero de 2010

¿Change?











60. Ésta es la mágica cifra que permite que los proyectos de ley puedan ser discutidos en el Senado norteamericano para su aprobación. 60. Es el número de senadores que tenían los demócratas hasta las elecciones del pasado 19 de enero. 59. El número que tienen ahora, y que impide al Gobierno de Barack

Obama seguir adelante con una de sus principales promesas electorales: la reforma sanitaria.

Las elecciones del pasado 19 de enero en Massachussets pueden marcar un cambio de rumbo en la política norteamericana. El estado del noreste americano ha sido tradicionalmente uno de los bastiones de los demócratas. Es el estado del mítico Ted Kennedy, que hasta este pasado año estuvo representando a los demócratas en el Senado. También es el estado en el que casi hay casi dos afiliados demócratas por cada afiliado al partido republicano. Robert Gibbs dejó claro el impacto que ha tenido la derrota en la Casa Blanca, al dejar caer que el Presidente se siente “frustrado” por el resultado electoral.

¿Qué supone esta derrota? A priori, un mensaje muy claro para el Gobierno del Presidente del “Yes we can”: la reforma sanitaria no cuenta con el apoyo de la masa popular norteamericana. La propuesta de Obama pretende crear una red de hospitales paralela a la privada para garantizar la cobertura sanitaria universal. Esta reforma, buena a priori, le ha valido el apodo de “socialista” al Presidente (algo objetivamente despectivo en Estados Unidos). Además, la contracampaña que ha conllevado sus intenciones reformistas están llevando a la deriva electoral a los demócratas.

¿Por qué este rechazo al proyecto de Ley? En primer lugar, porque el actual sistema sanitario cubre al 85% de la población estadounidense. También porque, en el contexto de crisis actual, el faraónico plan se antoja imposible. Se estima que el gasto en los próximos 10 años llegue hasta los 975.000 millones de dólares, algo que la ya cargada

Deuda Pública difícilmente puede asumir. El pueblo de Massachussets, y el norteamericano por extensión, teme que las promesas de Barack Obama lastren la recuperación del país y tengan que salir adelante a través de los impuestos de los contribuyentes.

Por último, existe el miedo a que la llegada de la sanidad pública mine el potente sistema sanitario privado, pionero tanto por atención al paciente como por investigación. Desde luego, se hace difícil pensar en que se siga pagando por algo que se promete como gratuito.

Pase lo que pase, está claro que la reforma que plantea Barack Obama puede salirle muy cara a los demócratas. Pasado el fervor electoral, parece que la primera dicotomía seria entre cumplir las promesas electorales o el gobierno práctico ha llegado.


2 comentarios:

  1. ¿Qué votarías tú si fueses senador americano?¿Sí o No?

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  2. Buena pregunta. Clama al cielo que en la primera economía mundial un 15% de la población no tenga cobertura sanitaria garantizada y eso hay que cambiarlo. Sin embargo, no estoy de acuerdo con la forma en que Obama planea solucionar eso. No sólo por lo que está tratando de "meter en el pack" (aborto...), sino porque probablemente pondría en peligro el sistema de sanidad privada norteamericana (que es puntera en el mundo).

    Así que, muy a mi pesar, probablemente votaría "no".

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