jueves, 17 de diciembre de 2009

El Kennedy catalán



Esta semana el diario Marca esta llevando a cabo una entrevista exclusiva al antiguo chófer de Laporta, Paco Gasó, que está dando bastante de que hablar. No me interesa dedicarle más de dos líneas a la bajeza del periódico que ha protagonizado campañas como el "Villarato", el canguelo, el chorreo y ridiculezas parecidas. Por supuesto, la entrevista es una casualidad cósmica (con el Barça jugando el Mundial de Clubes y las competiciones europeas paradas -es decir, sin partidos del Madrid entre semana -. Sin embargo, las revelaciones que hacen son muy interesantes.

Paco Gasó, la fuente del diario Marca, es un personaje del que ya se había oído cosas para la gente que ha sabido escuchar. Hasta ahora no había salido a escena para decir lo que decía en privado, por fin se ha lanzado. Y celebro que así lo haya hecho porque de esta forma cada vez quedan menos dudas sobre el sinvergüenza que está gobernando hoy el Barça. Un tío que colocó a su amante en el club (Flavia Massoli), como encargada de protocolo. Un presidente que ha hecho todo lo posible para tener poder e influencia en la Federación Española y la Catalana y en la vida política catalana (hasta el punto de que hoy le lamen el culo desde ERC, CIU y Reagrupament.cat). Un señor que ha logrado silenciar a la prensa del Barça (el caso más llamativo ha sido el de la fiesta de Luz de Gas -es muy interesante la reflexión de este blog-) y que por poco se carga al señor Santi Nolla para lograr mantener sujeto al Mundo Deportivo.

Desgraciadamente la lista de este personaje sigue y sigue. Es cierto que bajo su mandato se han logrado cosas increíbles, pero un servidor se ha hartado de que manoseen al Barça como si se tratara de una meretriz de autopista. Estoy harto de que en ciertos círculos se juegue con el Barça y se hable del Club como una oportunidad para meter mano a la caja sin tener que rendir cuentas a nadie y luego largarse. Estoy harto de que este hombre se haya labrado un futuro personal y político a costa del club.

Saber rodearse de gente muy buena (Guardiola, Sandro, MArc Ingla, Ferran Soriano), no es razón suficiente para presidir el Barça. Por eso, Laporta marxa ja!!

Sé que es de ilusos reclamar que en el mundo del fútbol se trabaje con seriedad y honradez, pero me parece que el puesto de presidente de un club que tiene más de 170.000 socios en todo el mundo ha de ser para ilusos. Si no sueñas con cambiar el mundo, nunca lo cambiarás.

lunes, 7 de diciembre de 2009

El pedestal de los artistas




















Recientemente he tenido la oportunidad de ver un documental que me hizo reflexionar sobre el estatus de los artistas. Se llama "Los espigadores y la espigadora", de Agnès Varda. El tema del documental (la forma de vida de los indigentes de las grandes civilizaciones y cómo viven de sus desperdicios), es bastante recurrente. Sin embargo, aunque uno ya está muy mentalizado de que la sociedad occidental es mala y que deberíamos sentirnos mal por vivr como vivimos, Varda establece un paralelismo interesante con las espigadoras de antaño.

Así, nos encontramos con un paralelismo interesante y un argumento que, a pesar de ser repetitivo, da bastante de sí. Empezó el visionado y no pude más que recordar la idea que Gombrich expresa en su Historia del Arte: los artistas creen, a veces, que por el mero hecho de serlo se les va a medir con un rasero distinto a los demás. Es decir, cogen algo que para cualquier persona es extremadamente vulgar y lo "convierten" en arte (al punto de llegar a exponer letrinas). A partir de ahí, llega la interpretación. Si, lógicamente, lo rechazas, es que no entiendes de arte.

Parece que el entorno de los artistas les adula y acepta sus ocurrencias como genialidades. En el caso del documental, la genialidad es grabarse la mano mientras dice que en el fondo es su objetivo vital; o bien dedicar diversos planos al adelantamiento de camiones en la autopista, mientras reflexiona sobre lo divertido que resulta. Lógicamente, estos planos, en mitad del documental, además de alargar excesivamente el documental, logran confundir al espectador, que al final no sabe si se habla de los espigadores del s.XXI o de las ocurrencias de la directora.