viernes, 29 de octubre de 2010
Un incendio, un milagro
El Bien a través de un Mal. Cambiar el mundo a través de paradojas. Una locura, una genialidad. Odio, incendio provocado, la iglesia en llamas. Dios mío, ¿por qué?, ¿dónde está el Bien ahí?, ¿por qué hacen eso?, ¿por qué tanto odio?
Preguntas sin respuesta que pasan por la mente mientras algunos católicos y otros menos católicos del pueblo deciden ayudar. “Quería que la iglesia pudiera seguir abierta - me explica -, por eso me ofrecí para estar una hora cada semana frente al altar, haciendo compañía al Señor”. Simple. Heroico después de 20 años. “No tenía fe, y tampoco sabía cómo rezar, así que me quedaba dormida”. “Poco a poco aprendí a hablarle, a quererle y ahora ya no podría vivir sin hacer oración”. Voz temblorosa, ojos llorosos, sonrisa en los labios. El bien a través del mal. Una locura, una genialidad. Un incendio, un milagro.
jueves, 21 de octubre de 2010
¿Para qué vivir?
lunes, 18 de octubre de 2010
Fronteras
A pesar de que la idea es atractiva, la política no entiende de canciones ("imagine..."). Europa vive un drama y hoy empezamos a plantearnos si la "liberté, egalité e fraternité" es un principio global o una política aplicable bajo ciertos supuestos. Me sorprendió escuchar a Angela Merkel abordando esta cuestión tan abiertamente hace pocos días. Cuando uno oye al principal líder político de Alemania decir que el proyecto multicultural alemán ha "fracasado", es para pensárselo.
¿Somos realmente compatibles? Es decir, ¿podemos esperar que alguien de un sitio radicalmente distinto encaje a la perfección al ir a otro lugar o debemos exigir una cierta renuncia a parte de su identidad para lograr la adaptación? Yo creo que sí. No puedo pretender ir a Inglaterra y que acepten mi forma de funcionar "a la española", de la misma forma que un japonés tampoco puede pretender instalarse en Tarragona sin adquirir ciertos hábitos de Catalunya.
Llegados a este punto, sólo me queda plantear la siguiente pregunta: ¿existen partes de nuestra identidad a las que no podemos/debemos renunciar? Y, si esto es así, ¿existen ciertos trazos identitarios incompatibles?
Si la respuesta a las dos pregutas anteriores es afirmativa, entonces tenemos un problema. Alemania lo tiene (en palabras de su canciller). También parecen asomarse síntomas en países como Francia o Holanda.
¿Cuál debe ser la respuesta?
lunes, 11 de octubre de 2010
Destigrarse
lunes, 4 de octubre de 2010
La vida no sigue igual
Así de simple. La crisis, la archiconocida crisis, ha arrasado con todo. Hábitos, vicios, expectativas, sueños, rutinas y planificaciones languidecen. La Unión Europea luce un 20% de paro juvenil y España lo lidera, con un 42% de desempleados menores de 25 años. [Para más información, os recomiendo la serie de artículos de El País sobre la cuestión, empezando por éste]. Dominique Strauss-Kahn, presidente del FMI, opina que “si no se adoptan las medidas adecuadas para hacer frente a esta tragedia, el coste económico y social será tremendo porque estamos hablando de una generación perdida”.
Pero éste no es el fin. La vida ya no es lo que era, pero sigue
adelante. Copio una reciente carta al director de El País: “(...) Dominique, déjeme decirle que, en la cocina de mi casa, su generación perdida rumia los días interminables de un sistema financiero en el que apenas se ha visto involucrada. En la cocina de mi casa, Dominique, la mía, mañana, seguirá siendo la 'generación esperanzada".
Sí, el momento es duro, durísimo. Pero yo creo en lo que dice Diana en su carta. Hay futuro.
Las grandes ideas surgen en las grandes crisis (somos expertos en eso, no hay más que mirar el Siglo de Oro). Creo que es momento de cambiar, de innovar. De ser valiente y buscar cosas distintas, arriesgarse. Cuanto más pasa el tiempo, más difícil es salir del carril vital (sea el de un determinado trabajo o el del paro). Por eso, hay que buscar lo distinto y apostar por ello. Y si no, emigrar. El trabajo que no hay al lado de casa quizás nos espera en Oslo o Pequín. Porque mientras en España dos de cada cinco jóvenes están en paro, en Alemania y Holanda el paro juvenil s
upone un lejano 9,2% y 8,1%.
En casa de nuestros padres siempre tendremos un plato en la mesa y una cama en la que descansar, pero no un futuro laboral.